miércoles, 20 de agosto de 2008

¿Por qué rayos tenemos que vivir tan mal?

“El humo apestoso que se cuela por las rendijas de ventanas y puertas hasta mi habitación en el amanecer, destruye mis fosas nasales y me arruina una nueva jornada laboral. Afuera, la cantidad de humo oscurece el ambiente, mientras niños y adultos empiezan a circular por las calles para dirigirse a sus escuelas y centros laborales. El humo de diesel nos envuelve completamente, se impregna en nuestras ropas y -lo que es peor- nos está poniéndo en riesgo de muerte prematura, dá lo mismo en la Avenida Satélite, como en El Prado o en la Avenida Ballivian de Calacoto. El humo apestoso se concentra a diario en todas las avenidas y calles de alto tráfico de mi ciudad y se va expandiendo por todos los barrios, calles, callejones, escuelas y residencias familiares....”

La atmósfera diáfana y limpia que nos enorgullecía en el pasado a los paceños, porque permitía apreciar en toda su belleza y contraste los nevados desde las laderas de La Paz o desde las orillas de El Alto, lamentablemente está desapareciendo. Ahora desde las laderas se ve una gigantesca nube de humo que rodea a toda la ciudad y la va convirtiendo con mucha probabilidad en una de las más contaminadas de la región. Lo paradójico es que esta contaminación no es provocada por el desarrollo industrial de una nación pujante, sino es una contaminación de pobres, provocada por el gran parque de vehículos-chatarra que circula por la ciudad desprendiendo cantidades peligrosas de compuestos volátiles orgánicos o VOC, por sus siglas en inglés, ademas de un humo denso que contiene partículas en suspensión de diferentes tamaños.

Efectos del humo de diesel en la salud

El año 2007, el Dr. Nel y sus colegas en la Universidad de California en Los Angeles (UCLA) han encontrado en sus investigaciones que uno de los factores más importantes para desencadenar enfermedades cardiovasculares, como la arterioesclerosis, reside en la exposición relativamente prolongada de las personas a ciertas concentraciones de humo de diesel. Solo en el Estado de California, se estima que este tipo de contaminación es responsable de unas 1800 muertes prematuras por año. Aparentemente, al inhalar el humo de diesel, ingresan partículas contaminantes muy pequeñas al torrente sanguíneo y alteran varias funciones fisiológicas. Uno de los efectos más dañinos y evidentes es la afectación de mecanismos genéticos relacionados con la mayor probabilidad de desarrollar arterioesclerosis. La arterioesclerosis es una enfermedad del aparato circulatorio que provoca varias complicaciones en el organismo, la mayoría mortales, como las trombosis y los temibles accidentes cerebrovasculares, más conocidos en nuestro medio como embolias.

En nuestra ciudad las cosas se complican más. La gran altitud sobre la que se encuentra La Paz, provoca que nuestros organismos se adapten a la captura de oxígeno en una atmósfera enrarecida. Por ello, estamos más amenazados de contraer enfermedades cardiovasculares. Si a esta situación se añade la contaminación del aire, no es nada raro que estemos enfrentando una verdadera emergencia para la salud pública. Los vehículos que funcionan a diesel y también los motores viejos a gasolina tienden a tener una combustión incompleta por la falta de oxígeno y emiten mayores cantidades de contaminantes al aire. Hace poco falleció un diputado del MAS con una embolia y aparentemente la misma enfermedad está afectando a un Ministro de Estado, esto solo para demostrar la magnitud del problema. Mis vecinos me cuentan que ahora hay cada vez más personas enfermándose con la temida embolia, muchos de ellos fallecen. Un cardiólogo amigo me informó que también la frecuencia de personas con trombosis es cada vez mayor, lo que les obliga a amputaciones de diferentes órganos. En toda la ciudad, la gente se da cuenta de que ahora hay más personas que padecen estas enfermedades. Por lo visto, la manera más rápida de padecer una embolia es respirar el aire contaminado de La Paz, tener una actividad tensionante y una dieta rica en grasas, como la comida chatarra que se oferta abundantemente en nuestra ciudad. Incluso se dice que hasta los niños están en riesgo de contraer este tipo de enfermedades cardiovasculares. Pasar un día en el centro de La Paz, respirando el humo de los coches que se cuela al interior de las casas y edificios, equivale aproximadamente al daño en el sistema cardiovascular que produciría una dieta de 20 hamburguesas al día, claro que en este caso la persona no engorda, solamente sufre los efectos nocivos sobre su salud, por lo que ahora no es necesario tener sobrepeso u obesidad para estar en riesgo de sufrir un accidente vascular.

Humo de diesel y cambio climático

La Paz depende de su cordillera para abastecerse con agua dulce. Lamentablemente, estamos enfrentando un desastre ecológico por el descongelamiento de nuestros nevados, lo que implica que pronto empezaremos a tener problemas de escasez de agua potable. A diferencia de lo que dicen los políticos, habituados a echar la culpa de nuestros males a las naciones indistrializadas, el deshielo de nuestros nevados se debe hasta en un 75% a las malas políticas de gestión ambiental en La Paz y a la creciente contaminación del aire provocado por sus mismos habitantes. El humo de diesel en su componente de partículas de mayor tamaño, crea un “efecto invernadero local” responsable de la alteración del equilibrio entre la atmósfera y el ciclo hidrológico normal. Por este motivo, la nieve o granizo que cae en la cordillera, ahora tiende a derretirse más rápido, dejándonos con menos reservas de agua para la época seca. Si usted conduce un vehículo a diesel en La Paz o El Alto, tal vez debe recordar que cada día de funcionamiento de su vehículo le está privando al menos de 50 litros de agua potable a las generaciones futuras. Si se identifica como indígena la cosa es peor, porque al conducir un vehículo a diesel además está virtualmente asesinando a los apus de la cordillera.

¿Qué podemos hacer para vivir bien (suma qamaña)?

Los gobiernos neoliberales de turno nos han heredado un país con muchos males. Sin embargo, la economía neoliberal cuenta con varios instrumentos que nos pueden servir para alcanzar el suma qamaña. Varios instrumentos económicos de gestión ambiental aplican el principio de que “el que contamina debe pagar”. Este principio permitiría resolver una parte de los problemas de contaminación, en especial aquel que provocan las empresas –que en este caso deberían mostrar su responsabilidad social- para invertir en un cambio de sus vehículos a diesel por formas menos contaminantes como el gas natural vehicular (GNV) La mayor parte de las empresas ubicadas en La Paz y El Alto basan su logística de distribución en vehículos-chatarra a diesel. Además las autoridades deberían diseñar y aplicar una normativa para establecer mercados de contaminación con las empresas. Para los vehículos privados, sería pertinente revisar la escala de impuestos, cargando más impuestos a los vehículos que contaminan más. Es irracional cobrar menos impuestos a los vehículos viejos, que normalmente son los contribuyen en mayor grado a la contaminación del aire.

Una medida urgente para slavar vidas en La Paz es el retiro definitivo de la subvención al diesel. Los recursos liberados por el retiro de esta subvención deberían orientarse a mejorar la calidad ambiental, por más de que los políticos prefieran evitarse problemas con sus electores. Finalmente hay que poner en la balanza si es preferible estar en el poder y gozar de sus beneficios o jugar a que los gobernantes también sean afectados por este temible problema y no lleguen a sobrevivir. Los buses de transporte público, buses escolares y vehículos de servicio público a diesel deberían beneficiarse de un programa nacional GRATUITO de transformación a GNV, o en en el peor de los casos, ser dotados con filtros catalíticos u otros dispositivos que reduzcan la contaminación. Alguien preguntará ¿porqué estos vehículos deben beneficiarse con una subvención gubernamental? Por la sencilla razón de que éste es un asunto de vida o muerte para nuestras familias y los propietarios de los buses de servicio público o no cuentan cuentan con los recursos económicos, o – lo que es más probable- no muestran interés en el proceso de cambio que vive el país, por lo tanto el suma qamaña no les debe interesar demasiado como para gastar en un ambiente más sano. En lo personal, estoy de acuerdo con que una parte de mis impuestos se destine a prevenir futuros problemas médicos de mis hijos. Si los gobiernos neoliberales del pasado emplearon parte de mis impuestos en la condonación de deudas a supuestos agroindustriales, o para gastos reservados de fines oscuros, ¿por qué no invertir ahora estos recursos en el bienestar social?

En la misma línea, sería pertinente que tanto los gobiernos locales como el nacional evalúen la posibilidad de impulsar la investigación científica para buscar mecanismos de desarrollo limpio. No sería correcto desaprovechar esta oportunidad única de construir capacidad científica y tecnológica boliviana en formas de desarrollo limpio, considerando que la mayor parte de los países del mundo enfrenta más bien restricciones de salida a inversiones realizadas en tecnologías insostenibles de desarrollo.

Finalmente, es necesario exponer las diferentes facetas del imperialismo para entender la manera en que nuestro país es colonizado. Las naciones industrializadas no solamente están interesadas en nuestros recursos naturales como materias primas para su industria, en el otro extremo de la cadena, también nos consideran los basureros de su chatarra. Los vehículos chutos y otros que llegan a través de las zonas francas o son internados a nuestro país desde países limítrofes, a pesar de verse casi nuevos por fuera, son chatarra desechada de países donde la normativa ambiental los hace muy caros para seguirlos manteniendo. En Bolivia deberían reducirse los impuestos para vehículos nuevos importados legalmente y poner mayores restricciones a la internación de esta chatarra. No solamente en un afán anti-imperialista, sino ante todo para ir alcanzando el suma qamaña.