lunes, 28 de marzo de 2011

YASENBIPE

La noche en que nació Yasenbipe, la luna iluminaba con un color nacarado el monte. Su madre la parió casi sin ayuda, la partera vieja estaba cansada y veía mal por las cataratas en los ojos. Yasenbipe no puede evitar derramar una lágrima cuando recuerda el sufrimiento que la paralizaba desde que tuvo uso de razón, el patrón tenía la costumbre de jalarle violentamente del pelo para sacarla de su camino en la cocina o en el patio trasero de la hacienda, donde una de sus tareas era alimentar a las gallinas, también desde que tuvo uso de razón. Sin embargo, las lágrimas más tristes, que le queman las mejillas como ácido, las dedica al recuerdo de su madre. Desde que tuvo uso de razón lloraba desesperadamente tratando de consolar a su madre cuando la llevaban casi inconsciente al camastro viejo después de la pateadura propinada por el salvaje del patrón ya sea por haber echado demasiada sal al almuerzo o haber roto un plato de la porcelana japonesa que la patrona había comprado en Lyon. Su madre falleció por el maltrato recibido y Yasenbipe empezó a pensar que si nació en una noche de luna llena, prácticamente ayudando a su madre que desfallecida ya no pujaba más, tal vez tendría una misión importante en esta vida. Y así fue. Todo ocurrió una noche de luna clara. Le había llegado el rumor de que los guaraníes de Guakareta habían decidido desvincularse del sistema patronal y la pusieron a cargo del grupo de mujeres que trabajaba en la cocina. La luna sonreía enorme en la semi penumbra del amanecer cuando Yasenbipe condujo a doce mujeres por entre los pajonales y el monte al lugar de la reunión. Salieron furtivamente y no se quedó ninguna detrás; después de una larga caminata se encontraron varios grupos que también escapaban de las haciendas. Al pie de la montaña sobre la carretera esperaban los voluntarios del proyecto de derechos humanos y de la iglesia para reunir a los grupos. Cuando se cercioraron que habían llegado todos, los embarcaron en buses hacia un campamento que habían montado en las afueras de Piraimiri. En negociaciones posteriores, la iglesia compró terrenos a los patrones y se los ha adjudicado a un grupo de 20 familias para que formen una comunidad nueva. En esta comunidad Yasenbipe se ha casado con un mozo trabajador y ya tiene cinco chicos que alegran su vida con sus travesuras y ocurrencias en las noches en que la luna sonriente decide reunirse con ellos alrededor de la cocina.



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